1 de febrero de 2011

Antes de analizar la obra, es necesario conocer al arquitecto...

   
   La vida de Alejandro de la Sota, se liga, a la insistencia en la variedad multidimensional de la vida, integrada por lo deleitante, lo práctico y lo teórico en continuidad con un alma dotada de sensibilidad, fuerza e inteligencia.
   Estas cualidades se asocian con la venustas, fírmitas y utílitas de Vitrubio, representadas por: la vida voluptuosa, la vida activa y la vida contemplativa; las tres vidas de Alejandro de la sota.

   Sus vidas...
   Hijo de un ingeniero militar y topógrafo de origen santanderino, Alejandro de la Sota Martínez, nace en Pontevedra el 20 de octubre de 1913, en el seno de una familia acomodada y culta que impulsa su educación en las actividades artísticas. Después de cursar dos años de matemáticas en la ciudad de Santiago de Compostela, de la Sota se traslada a Madrid a estudiar arquitectura, lo cual se ve interrumpido por el estallido de la Guerra Civil en 1936. Cuando esta llega a su fin, continúa con sus estudios titulándose en 1941. A partir de esa fecha reside en la capital de España, pero eso no debilita sus lazos con Galicia.

VIDA VOLUPTUOSA
   Entre 1941-1947 trabaja para el instituto nacional de colonización, un organismo creado en la posguerra para planificar los asentamientos rurales en zonas de nuevos regadíos. De esta larga actividad laboral, provienen también encargos de pueblos que realiza a principios de los años 50.
   En 1956 interviene en varios concursos para edificios públicos cuyas demandas funcionales y simbólicas conducen a su arquitectura hacia la abstracción. Esta etapa de preocupaciones plásticas culmina con el proyecto del Gobierno civil de Tarragona. Un viaje a Berlin que le pone en contacto con la ultima arquitectura europea y su ingreso en la escuela de arquitectura como profesor; tres acontecimientos de 1956 que junto al fracaso económico del país abre un proceso de reflexión crítica que aparta a Sota del esteticismo formalista

VIDA ACTIVA
   El desarrollo económico de los 60 impulsa la carrera de Sota: se inician las obras propuestas de Tarragona y en Madrid comienza la construcción de la central leche Clesa y del gimnasio Maravillas, dos realizaciones de factura fabril que le permiten avanzar en la relación con la ingeniería que había iniciado pocos años antes en los talleres aeronáuticos de Barajas.
   A mitad de los años 60, en un nuevo clima de optimismo social y tecnológico, además de continuar sus experiencias con las grandes luces metálicas en proyectos deportivos inicia la exploración de la prefabricación de hormigón que ensaya en viviendas unifamiliares e intenta extender a proyectos residenciales en tapiz, pero sin embargo estos no llegan a construirse, lo que junto a la oposición a una cátedra de proyectos en la escuela de arquitectura le aleja de la enseñanza para siempre.

VIDA CONTEMPLATIVA
   Su depresión de comienzos de los 70 le lleva a una última etapa de balance y retirada donde su obsesión es “la caja que funciona”, un contenedor que tiene su mejor expresión en los proyectos no realizados, la Sede de Aviaco y el Museo de León. La misma funcionalidad se percibe en sus proyectos residenciales de esta época, donde situamos la Casa Domínguez sobre la cual hemos trabajado.
   En sus últimos años se superpone el reconocimiento público, clamoroso ya a finales de los 80 con el deterioro físico y el dolor producido por la muerte de su hijo arquitecto.
   Poco antes de su muerte, el 14 de febrero de 1996, Alejandro de la Sota firma su último proyecto para el colegio Maravillas, en un bucle de homenaje que cierra su biografía en el lugar donde había vivido su momento más feliz.



 “Me gustó siempre hablar de Arquitectura, como divertimento: si no se hace alegremente no es Arquitectura. Esta alegría es, precisamente, la Arquitectura, la satisfación que se siente. La emoción de la Arquitectura hace sonreir, da risa. La vida no”.
                                                         
                                                            Alejandro de la Sota,  (1913- 1996)

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